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CRÓNICA DE UNA JORNADA TRUFERA

El sábado día 12 de diciembre tuve la suerte de asistir a una jornada en busca de trufas. El día, a pesar de las bajas temperaturas que nos acompañaron durante nuestro viaje desde Madrid hasta Guadalajara, resultó magnifico.
A las 11:00 de la mañana quedamos en una pista forestal donde se ubicaba el monte donde comenzaría nuestra aventura, guiados por unos magníficos expertos y amantes de tan preciado tesoro, como son los componentes de Trufamanía.
En cuanto llegamos todos, comenzó la jornada, el sol nos acompañó en todo momento haciendo que el recorrido de unas 3 horas resultará más agradable.
Al adentrarnos entre las encinas, llegamos a lo que podríamos llamar “un quemado de libro” imposible pasárselo. Quemado trufero Aquí comenzó todo, la perra Isis olfateando pausadamente el quemado se detuvo y marcó de manera clara la posición de la que sería nuestra primera pieza de la mañana, allí estaba, a poco más de 15 cm. enterrada y perfectamente camuflada. A todos nos costó un poco percibir su olor, pero poco a poco nuestras pituitarias fueron afinando y al final percibíamos el olor desde metros, e incluso pudimos comprobar que la tierra que cubre las preciadas trufas está impregnada de ese olor tan característico.
Durante el resto de la mañana se sucedieron los puntos donde las dos imprescindibles perras Isis y Duna fueron marcando puntos donde con una certeza del 100% después encontrábamos trufas.
La jornada fue muy completa, ya que pudimos comprobar que es imprescindible la ayuda del perro para encontrar tan preciado manjar, pero tuvimos la suerte de ver con total claridad a la famosa “Mosca de la Trufa” con su vuelo característico como borracha.
Mosca trufera El coto de trufas comparte este uso con el pastoreo y la caza que en ningún caso están reñidos, ya que el pastoreo puede ser fundamental para que no prolifere la vegetación sin control, y controlar el crecimiento de las ramas más bajas de las encinas que son ramoneadas por las ovejas permitiendo que la incidencia del sol sobre la tierra sea mayor.
El éxito de la jornada fue gracias a la buena gestión por parte de Trufamanía para mantener ese coto con truferas naturales, y a las dos perras, que cada una con un comportamiento muy distinto en la búsqueda de las trufas se hacen indispensables para este cometido. Estos son los artífices del grupo Trufamania (Amparo, Encarna, Andrés, Antonio y las perras Isis y Duna).
Si cierro los ojos y me concentro, recuerdo perfectamente el olor de la trufa, pero me tengo que concentrar mucho porque lo primero que percibo es el olor del asado que nos comimos como cierre de la jornada en el Palacio de Atienza.
La experiencia la volvería a repetir, me gustó mucho y desde luego cumplió con creces lo que yo esperaba de esta jornada.

 

 


 

trufero Oscar Rico
oscarlepiota@hotmail.es

 

 

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